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Memorias de un reaccionario

Respeto

Educado en la moral judeo cristiana, decidi, hace mucho, el sesgo que para mi vida representaba. Me pase media vida dedicado a destruirla, a convertirme en un hombre sin moral. Me siento bastante satisfecho del camino recorrido, aunque a veces me sorprendo del calado de mis enseñanzas infantiles, creo tener menos prejuicios que la media de mis saludados y disfruto de una saludable indecencia.

Cinco dias en Iquitos, Perú:
Carteles de repudio al turismo sexual con menores por todas partes, montones de basura sobre la que corretean los chicos desnudos, madres a los trece, padres que no se ocupan de sus hijos, hijos sin educación, educación judeo-cristiana, mucho alcohol, mucha musica, mucha risa, desprecio por el trabajo, por aprender, por crecer.

De noche, en mi hotel de primer mundo, disfruto de una película, en mi canal de cable de primer mundo:
“Solo cuando un hombre se mantenga sobrio en la calle, de pie, cuide a su mujer y a sus hijos, coma de lo que gane, solo así sentirá respeto por si mismo, el respeto es algo que se gana, no se regala.”

MalcomX, el siervo de Ala, me recuerda que el calado de mis contradicciones es mayor que el de mi educación.

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